Imaginate,
un mar de agua dulce
una noche
que en la claridad reluce
un piano
sonar por si solo.
Imagínate,
que estamos solos.
Tú imagina,
que de todos modos,
este ciego
no corre de miedo,
ni que mucho menos
te echaba de menos,
que no queda pan de hoy,
que te mueres si no estoy.
Sabes que no es tarde para amarte,
pero no quiero despertarte.
martes, 13 de enero de 2009
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